lunes, 18 de abril de 2011

De café y de amor


De café y de amor
Autor: B. Rimbaud
A cada sorbo de este buen café, me doy cuenta que te quiero más y más. Mí alrededor se nubla y te veo frente a mí, mientras el caliente fluido se encuentra en mi boca. Pienso en la luz de tus ojos iluminando la noche, en tu boca apagando la sed, mi enfermedad casi eterna y tus brazos aferrándome a la existencia. Más que cafeína, pareciera alucinógeno: pero el efecto es detonado por el sentimiento que me hermana a ti. Placer inmenso, solo podría ser superado por tu presencia patente, pero en este momento tu evocación dota a mí ser de nuevas ansias, nuevos deseos de asir mi mundo y el tuyo, sin que dejen de ser eso: dos mundos. ¡Dicha que se antoja eterna! ¡Café no te acabes! Lo raciono, últimos instantes de gloria, pero me quedaré en las nubes: con el sabor del café en mi boca y tu imagen en mi mente…

De café y de amor, claro sentido frente al error.
De café y de amor, bálsamo por las heridas del dolor.
De café y de amor, nuevo tópico del interpretador.
De café y de amor, la imagen bella del pintor.
De café y de amor, los sonidos nuevos del cantor.
De café y de amor, que no diga nada quien no sabe de honor.
De café y de amor, digamos adiós al terror.
De café y de amor, ya no hay más destructor.
De café y de amor, así el fin y el principio de esto, sella el escritor.

miércoles, 13 de abril de 2011

UN POEMA Y UN BUEN CAFE...

Café con aroma de mujer...


De pie junto al portón
es buena la intención
taza de café capuchino,
galleta de almendras
recinto limpio,
retrato apaciguando la calentura
un sorbo, dos, tres,
una mirada bajo el faldón

en la inquietud del momento.


No caben silencios en los labios,
bocas húmedas
palabras tácitas entre aromas de café y tabaco
impulso de la pasión
impaciencia de la razón
sigue el tiempo nadando por la piel
atenuando la estrechez
círculos de abrazos, latidos expectantes
solo una lucha entre el compromiso y la conciencia
espíritu solitario abatido
atado de pies y manos
rozando el dintel.

De repente, todo estalla
ya consumado
pregunta, simple, pero certera
las lágrimas danzan en la estancia,
saltan como gotitas
Sobre las palmas.

Silencio,
gime el alma, se yergue el corazón
sobran explicaciones
el mutismo
se hace trofeo de la situación
la razón aflora
nada hay sólo...
ella, la figura de negro
la silueta bajo la ventana
otra noche, otro camino
pies descalzos
haciendo surcos
levita sólo ella… y su capuchino.



Felicidad Segurado Fernández